En mi mundo ideal, después del matrimonio las parejas durarían hasta
que la muerte las separe, porque la unión sería verdaderamente consagrada, así
como la comunicación, la tolerancia y el amor entre hombre y mujer, permitiendo
así un Happy ever after
Hace
poco más de un año, planificando nuestro Anual
friend´s international trip a Cuba, Elisa Rodríguez Oramas brillaba de amor
por su novio, Agustín. Tín es un hombre simpatiquísimo, inteligente y
trabajador, ya rozando los 40, que dispara buena vibra y vive con una sonrisa
perpetua tatuada en la cara. Eli es una niña sencilla, elocuente y creativa,
que raya en lo hippie y se divierte
con cosas pequeñas. Una, que es una doña en los middle twenty, lo que quiere para sus amigas es un tipo bueno,
familiar, responsable y que la quiera, muy importante, que la quiera bonito.
Pues bien, Agustín cumplía con esas cualidades y había pasado el filtro, a
todas nos encantaba para ella.
Después
del viaje a Cuba, Eli viaja a Aruba para acompañar a Tín a unas “reuniones de
trabajo”. Los detalles no los conozco bien, pero el fact es que Eli llegó con diamante en dedo, más feliz que una
lombriz y más enamorada que Cenicienta del príncipe real. Con esta sorpresa,
comenzaron los preparativos para lo que sería la boda de los Bonis en noviembre 2013. Ella brillaba
de emoción. Él no podía ocultar cuánto la amaba. Nosotras llorábamos de alegría
al darnos cuenta que estábamos creciendo y que ya otra del grupo se lanzaba al
agua. -Somos grandes Cristina, ya viene el matrimonio, la casa, los hijos y
esas cosas-.
Como
el tiempo no pide permiso, el año de espera pasó volando y fuimos invitados a
la “E&A wedding” en la perla del caribe, Margarita. Esta que está aquí viajó
con su #powerbaby, quien además era parte del cortejo –vale acotar que fuimos
presentados por los Bonis, así que
doble emoción saber que asistíamos juntos al matrimonio de las dos personitas
especiales que unieron nuestras vidas (qué cursi soy)-.
Jueves
28: Los declaro ante la ley, marido y mujer
Mi power novio me buscó por la casa a las 5
a.m. con mi suegrita –quien también estaba invitada a la celebración- y
manejamos rumbo a Maiquetía. Como era de esperarse, media Venezuela viajaba ese
día y la cola para chequearse en cualquier aerolínea era peor que la de Daka el
día de los descuentos. Resignados nos dispusimos a hacer nuestra filita y con boarding pass en mano nos desayunamos un
plato criollo en Café Olé mientras esperábamos el embarque. Aterrizamos en Laisla alrededor de las 10 a.m., nos
despedimos de Eldita -mami de Víctor- y nos fuimos a descansar. Este día se
celebraba el civil de nuestros amigos.
Nos
vestimos con outfit playero –qué
guapo mi novio vale- y salimos a las 3 p.m. a la ceremonia. El civil tendría
lugar en Beach Bar, un establecimiento muy lindo y acogedor con playa privada
en Pampatar. Llegamos más puntuales que ingleses, y como no había nadie, nos
fuimos a comer a un restaurante por ahí, cerquita. Pasadas las 4 p.m. nos
devolvimos a Beach Bar y ya habían llegado los novios, radiantes, contentos,
realizados. Me sentí feliz por mi amiga y una lágrima quiso asomarse pero la
detuve a tiempo. Éramos pocos invitados y fuimos dirigidos a la playa, donde
esperaba el jefe civil.
La
decoración era sencilla pero con gusto. Sillas blancas de madera, florecitas en
macetas de metal decoraban el trecho por donde caminaría la bride to be, y una cestica contenía
cholitas playeras de diversas tallas y colores para deshacernos de los tacones
y caminar por la arena con libertad y soltura –gracias por ese detallazo-. La
brisa del mar era la música de ambiente. El sonido de las olas susurraba el
decreto de amor entre nuestros amigos. Mi novio y yo nos tomábamos de la mano
emocionados. Y finalmente el esperado “los declaro ante la ley marido y mujer”
le permitió a Agustín besar a su esposa y erizarnos la piel a todos los
invitados. Bravo, Champagne, brindis.
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-Hola Socio- le dice Elisa a Víctor
-Ahora todo lo de Agustín, también es mío- |
Esa
noche nos deleitamos con pasapalos y entremeses exquisitos. Las opciones eran
variadas y abundantes. Bailamos con tacones, descalzos, con vestidos y guayaberas,
nos reímos, nos abrazamos, nos acostábamos en los sofás, brincamos y seguimos
bailando. Definitivamente no se necesitan 200 invitados para pasarla bien.
Ellos estaban felices, lo sudaban por cada poro. Nosotros lo celebrábamos con
ellos. Qué bello es el amor.
Después
de la comilona y la bailadera, nos encontramos con otros amigos en un local
cerca del Hotel Concord que se llama Ugly Tuna y terminamos la noche tomando
Margaritas gratis –era Ladys Night-.
Qué linda ocasión para reunir a todos los amigos de la universidad y poder
actualizarnos. El cansancio tocó la puerta y nos fuimos a descansar, el viernes
sería nuestro día de playa.
Viernes
29: En Manzanillo el atardecer es más bonito
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Atardecer en Playa Manzanillo, Margarita |
El
viernes nos despertamos tarde, desayunamos como la Nobleza y tomamos un taxi a
Playa el Agua básicamente para intentar dejar de lucir como unos apios. En
Playa el Agua compartimos con tres de mis hermanas de la UMA –Dani, Andre Morales
y Gress- y el famoso Mario Chino, novio de Dani. Allí no estuvimos mucho tiempo,
porque los Bonis querían que los
acompañáramos a Playa Manzanillo, ya que la empresa de fotografía y video que
contrataron les harían una sesión de fotos con sus amigos. Agarramos nuestros
peroles y nos montamos como sardinas en lata en el carro alquilado de los nenes –Dani y el Chino-
Llegamos
a Manzanillo en 5 minutos. Nunca había estado en esa playa y debo decir que es
hermosa, parece una postal: es pequeña, está cercada por dos montañas y tiene
en el horizonte una exhibición de peñeros de diferentes colores que son un lujo
fotográfico para capturar. Qué buena elección para este photoshooting. Nos instalamos, saqué mi cámara y empecé a
inmortalizar los rostros de mis amigas, de mi novio y de este paisaje tan
maravilloso que nos regala Venezuela. Me sentí afortunada de haber nacido en
este país.
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De derecha a izquierda: Dani P, Gress, Yo, Andre M |
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Beach Yoga |
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El chino |
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Power Babies |
Mientras
llegaban Eli y Agustín, llegó una de mis mejores amigas con su novio –Paty y
Carlos- y me emocioné infinitamente al verla ya que vive en Boston y nos vemos
contadas veces al año. Mi #powernovio
dejó de un lado sus cuidados alimenticios y pidió pescadito frito con tostones
sin remordimiento. Varias amigas lo imitaron. Llegaron los novios, los
aplaudimos, nos reímos, compartimos, foto por aquí, nos bañamos en el mar, foto
por allá, posamos para el video, corrimos en el atardecer anaranjado, nos reímos
más y pasamos un viernes tranquilo, feliz y fraternal. Es maravilloso
reencontrarte con tus amigos, pensé, y si es en Margarita, mejor.
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Attorneys in law |
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The sistas |
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Bonnies & Power Babies |
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Bonies & The Partners |
Esa
noche quedamos en reunirnos para cenar en un restaurant de sushi en el CC Ratán
–olvidé el nombre, sorry, igual no se
pierden de nada- y de allí salimos emparejados a un local en el Sambil que se
llama Green Martini. El bar está súper bien hecho, está impecablemente decorado
y tiene una amplia carta de bebidas y cocteles. Recomendado. Estuvimos bailando
sin parar hasta la 1:30 a.m. cuando nos fuimos de la mano de Morfeo a
descansar. Mañana sería el gran día.
Sábado
30: Ya puede besar a la novia
El
sábado nos despertamos con un mood lento
y pasivo, ese que te dice que será un
día largo y más valía tomárselo con calma. Vic se fue a casa del novio a
cumplir con el ritual pre-wedding y
yo fui al odontólogo –sí, al odontólogo, mi madrina es mi dentista y vive en
Margarita así que aproveche para una limpieza-. Después de mi revisión bucal,
recorrí las cuatro peluquerías del Centro Comercial Los Robles buscando el
lugar más económico para recoger los 4 cabellos que tengo y no ir despelucada a
la boda. Gracias a la divina providencia conseguí una buenísima, la estilista
era un amor y me dejaron linda y apropiada para la ocasión.
Corrí
de regreso a arreglarme. Me maquillé yo misma y quedé decente –lo cual no es
común, y Carlos –novio de Paty, quien también formaba parte del cortejo- nos
pasó buscando a Gress, Sofí y a mí rumbo a la Catedral de la Asunción, donde se
celebraría la ceremonia eclesiástica.
Llegamos
alrededor de las 4 p.m. El día estaba precioso y la catedral se imponía como
una reliquia autóctona en contraste con el azul del fondo. Qué hermoso día para
concretar esta unión. Nos tomamos fotos en la entrada, buscamos buenos puestos
para disfrutar del casamiento, saludé a mi suegrita que no veía desde el
jueves, nos abanicamos desesperadas por el calor y esperamos la entrada del
séquito nupcial.
Entró
el cortejo. Mis amigas se veían estelares con sus vestidos largos de colores
playeros y sus cabellos perfectamente recogidos. Foto. Pasó mi novio con
chaleco y pantalón beige y un lacito
gracioso en el cuello que combinaba con el traje de las chicas. Me sonrió con
picardía y yo me derretí. Foto. Entró el novio, con un traje acorde al clima y
a su personalidad, con una felicidad que se le salía por los ojos y la sonrisa,
caminando de la mano de una tía elegantísima. Llegó al altar, yo temblaba de la
emoción y allí esperaba la entrada triunfal de la mujer de su vida.
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Mi novio cortejado |
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El futuro esposo |
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La futura esposa |
Y
entró Elisa. Hermosa, feliz, realizada, del brazo del hombre que le dio la
vida. Caminaba sonriéndole al mundo, a sus familiares, a Dios. Pillé a Agustín
lanzarle un beso desde la distancia y entendí cuanto amor había en su corazón.
Mi amiga llegó al altar, la madrina le arregló el velo, todas nos controlábamos
para no llorar y comenzó la ceremonia. Pensé en lo maravilloso que es encontrar
al hombre con el que quieres pasar el resto de tus días y consagrar tu vida a
él en un lugar tan mágico como Margarita. No puede existir mejor elección.
La
misa fue corta pero muy linda. La emoción hizo que se nos olvidara el calor
debajo de nuestros vestidos largos. Las niñas chiquitas del cortejo parecían barbies e hicieron su trabajo con
soltura y determinación. Se bendijeron los anillos. Eli aceptó amar y cuidar a
Agustín. Tín confirmó que la cuidaría en la enfermedad y la adoraría hasta que
la muerte los separase. Y después de la bendición del padre el esposo tomó a su
esposa por la cintura, y como John Travolta en Grease, tomó a su Olivia
Newton-John, la inclinó hacia atrás y la besó con pasión, olvidándose del
universo. La lagrimita que había podido detener el jueves hizo de las suyas y
me dejó la cara negra de rímel. Pero eso sí, el rímel mejor chorreado ever.
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Newly Wed |
Afuera
de la iglesia nos esperaban burbujas, fuegos artificiales y vasitos de agua y
papelón con limón –más detalles glamorosos-. Los novios recorrieron los
alrededores de la plaza y la catedral para su photoshooting y como fotógrafa puedo imaginar que con ese atardecer
y el color del cielo, las imágenes deben haber quedado espectaculares. Cuando
cayó el sol, nos montamos en los autobuses en dirección a la recepción, que
sería en casa de Eli.
That
girl, that girl is mine
Llegamos
a casa de Eli listos para pasar la noche celebrando. La urbanización parecía el
Contry Club de Miami y la casa podría salir perfectamente exhibida en una
revista de decoración exclusiva. Todo, absolutamente todo, desde la puerta de
entrada hasta el baño, era hermoso, lujoso y perfecto, con un gusto exquisito y
una distribución del espacio ideal.
El
cielo decidió ponerse negro y perfecto, y menos mal que fue así, porque la
recepción era en el jardín de la casa, a los alrededores de la piscina, sin
toldo. La decoración aludía a una especie de feria campestre: las mesas eran de
madera, los centros eran tobos de metal pequeñitos con florecitas discretas y
la iluminación se concentraba en extensiones abiertas de bombillos amarillos.
Si alguna vez tienen que decorar su boda y no saben por donde empezar, les
recomiendo a la mamá de Elisa –Dios, qué gusto tiene esta señora-.
No
les puedo explicar con palabras el orgasmo culinario del que se deleitó mi
paladar con los pasapalos y entremeces de la fiesta. Cada uno era mejor que el
otro, variados y abundantes. Mi favorito sin duda: tequeños rellenos de queso y
dátiles en salsa de papelón –majestuosos-. Además destinaron un cuarto completo
para los postres, decorado como una casita francesa durante el Renacimiento,
con jarrones de vidrio que contenían diferentes dulces y miles de vasitos para
alimentarnos de pura insulina: macarrones, alfajores, cupcakes, pie de limón, mousse
de Brownie y pare usted de contar. Comí más que Augustus en “Charlie and the
chocolate Factory”, sin dilemas ni remordimientos.
Comenzó
la fiesta y los novios nos exhibieron su primer baile con la canción de “Si tú
me besas” de Víctor Manuelle. No hizo falta insistir para que todas las amigas
nos lanzáramos a la pista con nuestras parejas dispuestas a destruirnos los
pies encaramadas en nuestros protocolares tacones. Bailamos salsa, merengue,
reggaetón y hasta bachata. El grupo que tocó se lució, se llamaban Gabbana, eran súper afinados y
muy animados –cualidad difícil de encontrar en los grupos bailables-. El piso
destilaba color y nosotros sonrisas. Qué linda pareja, qué linda fiesta.
En
la entrada de la fiesta dispusieron un backing
súper original para tomar fotos. Consistía en una pared falsa tapizada con
diferentes colores y texturas, con marcos vacíos para retratar caras y dos
sillas victorianas adelante para los “newly
wed”. También habían carteles con anuncios estilo “Yo la amo”, “Nos
casamos”, “Felicidades a los novios”, entre otros. Un aplauso para los genios
de la decoración. Nos divertimos un mundo tomándonos fotos ahí.
Como
las sorpresas no se terminaban, Agustín se subió a la tarima y le cantó a Elisa
una canción lindísima de U2 –el nombre honestamente lo desconozco- y mi amiga
por poco no se desmaya de amor. Qué cuchura chico. Y después de acabar con los
repuestos de la Polaroid, comer como salvajes y bailar hasta quitarnos los
zapatos, no pudimos evitar terminar la velada con una de las famosas arepas de
los Hermanos Moya, quienes además estaban personalmente sirviéndolas. Dame dos
con Pecorino, aguacate y tomate, por favor. Mi power novio optó por el chupe y luego no resistió la tentación y me
acompañó con una arepita. Después del último bocado, comenzó el arrepentimiento
–Cristina, si condenaran por pecados capitales, ya te hubieran condenado 18
veces por gula-. Pero en fin, sarna con gusto no pica, y tampoco es que tus
amigos se casan todos los días –momento de autoaceptación, bullshit-.
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Andre y los Hermanos Moya |
El
domingo dormimos hasta el mediodía y amanecimos literalmente destruidos,
inapetentes y con dolor en los pies. Los dos #powerviejitos sentíamos que
habíamos corrido un maratón. Paseamos por el Sambil un rato y luego nos fuimos
al aeropuerto recordando con sonrisas los detalles de la fiesta. Nos despedimos
de la isla con un caluroso “Hasta Pronto”, deseándole a Eli y Agustín lo mejor
del mundo en esta nueva etapa. Mucha felicidad Bonis, Salud!