domingo, 1 de febrero de 2015

CHICAGO EN 5 DÍAS



     "En mi mundo ideal, todos los países tendrían invierno, aunque fuera por sólo dos meses. Esta estación nos ayudaría a todos a ser más desarrollados, a promover actividades indoors los días más fríos y a olvidar por unas semanas cómo estamos vestidos. Y lo más importante, estaríamos más tiempo abrazando a familiares y amigos buscando calor" 


    Chicago me recibió con -1 grados centígrados, el miércoles 12 de noviembre del 2014 en el aeropuerto de O´Hare. Por suerte mi gran amiga Paola me esperaba con un abrazo, que me dio calor de inmediato. Viviendo en Miami, hubiera sido una estupidez no dar un brinquito al norte para visitarla, además no me acordaba de The Windy City y un par de millas acumuladas me ayudaron a aminorar el gasto.

     Paola Pirela Pereira es de esas personas que quieres tener en tu vida. Es mi amiga, mi amiga de verdad. Es buena oyente, siempre está pendiente de uno en los momentos importantes y es simplemente incondicional. En mayo del 2014 decidió irse a estudiar inglés a la capital del estado de Illinois durante 6 meses, así que yo aproveché para visitarla y hacer un poco de turismo tradicional.

Miércoles 12-11-14: The overwiew

      Después de comprar una tarjeta para usar el transporte público de Chicago por 3 días, tomamos el tren en dirección a downtown, donde tomaríamos un bus vía a su residencia, en Bridgeport. Cuando nos bajamos del subway para caminar a la estación de autobús, el frío me pegó una cachetada, literal. ¿Qué es esto? Este frío debería ser ilegal. Pero no señor, este frío es real y no juega carrito. Tuve que ponerme los guantes ipso facto porque a los minutos dejé de sentir los dedos de las manos. Not kidding.

     Durante el recorrido aprovechamos y nos actualizamos con todo: los estudios, la vida en Chicago, mi nueva vida de casada, las compras para el apartamento, el ejercicio, la dieta, los hombres, todo. Nunca alcanza el tiempo para contarse todos los detalles, así que el recorrido se nos hizo corto. Desde la ventana, veía una ciudad limpia, moderna y organizada, aunque también a sus habitantes totalmente tapados y cabizbajos, apretando el paso hacia sus destinos para no morir congelados.








    Pao compartía un apartamento súper espacioso con una roomate venezolana, en un edificio viejo de la zona de Bridgeport. Arquitectónicamente está vigente, no parece un edificio de mediados del siglo pasado, pero cuando tuve que subir 3 pisos por escaleras estrechas y maleta en mano y en la noche descubrir que la calefacción era de gas y no calentaba ni un baño, entendí que sí era un poco viejito.


Edificio donde vivía Pao


Pao Pao

     Dejamos las maletas, nos envolvimos como hallacas y salimos a recorrer la ciudad con la certeza de que con toda la ropa que teníamos encima, el frío iba a tener que trabajar duro para penetrar nuestras pieles. Anyways, la sensación térmica de -10 grados siempre se sale con la suya. Eran las 10:30 a.m. y me quedaría sólo 5 días, así que no había tiempo que perder. 

    Comenzamos caminando por la zona, hasta llegar al stadium de los White Sox. Mi papá es fanático del Baseball y he tenido la dicha de ir a más campos de este deporte que a shopping malls cuando visitábamos los Estados Unidos. Hace unos años atrás vinimos y disfrutamos de un juego, pero esta vez estaba cerrado, así que seguimos caminando para tomar el metro hasta Chinatown.




White Sox Stadium






   Chinatown siempre es de esas zonas turísticas de las ciudades que yo pudiera obviar. La visitamos porque estaba en la vía, pero honestamente, nada especial. Muchos asiáticos, publicidad en idioma asiático y muchas tiendas de hierbas y semillas asiáticas. Quizá por la hora la zona estaba un tanto callada, pero fotográficamente siempre hay mucha punta que sacar.


Chinatown


Chinatown


Chinatown


Chinatown


Chinatown


Chinatown


Chinatown

    Nuevamente tomamos el subway y nos dirigimos a downtown, donde Pao me llevó a conocer la avenida Jackson, donde vimos algunas esculturas à ciel ouvert y donde nos olvidamos de la dieta con la famosa franquicia de cotufas con queso y/o acarameladas, Garret. Dios, yo viviera en esta ciudad y fuera una pelota, amé esas cotufas. Eso sí, las manos terminan con suficiente grasa como para freír un bowl de papas fritas. Bueno, al final siempre tu voz interior te dice: Ay chica, ni que vinieras a Chicago todos los días, jarta sin estrés. Y yo le presto mucha atención a mi voz interior.




Flamingo Sculpture, Calder


Flamingo Sculpture, Calder








Flaminio Sculpture, Calder


     Después de allí entramos a James Thombson Center, donde no me aguanté y me tomé mi primer chocolate caliente en Dunkin Donuts, para ver si mi cuerpo volvía a su temperatura habitual. Seguimos caminando, conocimos el Chicago Theater y por supuesto nos tomamos la foto habitual. Desde allí continuamos al parque Millenium y conocimos el famoso Cloud Gate, mejor conocido como "The Bean" y nos caímos a fotos. Lo bueno de conocerlo en esta época es que como hacia tanto frío, pudimos tomarnos fotos sin tener "tanta" gente atrás. De verdad es increíble como refleja los edificios de los alrededores, el material utilizado, el espacio, las perspectivas que crea dependiendo de donde te pares. No conocerlo es un desperdicio.


Las cuatro estaciones, Changall

Las cuatro estaciones, Changall

Monument with standing beast, Jean Dubuffet


Monument with standing beast, Jean Dubuffet

James Thombson Center


Chicago Theater


The Bean









The Bean



The Bean



The Bean


The Bean




     Caminamos un poco más y conocimos el anfiteatro Jay Pritzker Pavillium y las famosas fuentes  Crown que reflejan las caras de diferentes habitantes de la ciudad. Durante el verano las personas se divierten mojándose en estas fuentes, actividad que claramente yo no pude disfrutar. De allí conocimos la tienda de arte del Art Institude -yo amo estas tienditas y siempre encuentro regalitos diferentes e interesantes- y de allí caminamos hasta el Grand Park.




Jay Pritzker Pavillium


Jay Pritzker Pavillium


Jay Pritzker Pavillium




Fuentes Crown


Fuentes Crown


     Como no sabíamos que autobús tomar hasta el Navy Pier, decidimos irnos caminando. El recorrido fue de casi 1 hora, con sensación térmica de -11, pero nos fuimos chismeando y cantando. El pier me decepcionó un poco, realmente lo único que tiene es una rueda de la fortuna y una especie de feria con diferentes locales y restaurantes, nada del otro mundo. Pero aprovechamos y comimos calamares fritos en coco en el Bubba Gump -inspirado en el personaje Bubba de la súper peli, Forest Gump-. Y de allí calabaza-calabaza, a las 8:00 p.m. a la casa.










Mis reflexiones:
- Chicago es una ciudad pensaba y planificada, de edificios modernos, calles limpias y estructura organizada. Like, like, like.
- Debido al frío, las calles no están tan transitadas, lo cual hace más populares las actividades indoors. Y por supuesto, eso incentiva la tragadera todo el día. Ups.
- Es una ciudad sumamente cultural, hay muchísimo arte en las calles, las opciones de museos son muy variadas, hay muchas actividades artísticas -sobretodo en el verano- y siempre buscan una manera creativa de incentivar a sus ciudadanos a participar en estos programas. No sé si por el frío me gustaría para vivir, pero por un período, sobretodo para estudiar, es muy chévere.
- He tenido la dicha de viajar bastante y la verdad debo confesar que el sistema de transporte de Chicago es superior, es otro nivel. Todo está siempre pulcro, las unidades llegan siempre puntual, el sistema de pago es sencillo y el precio es justo valorando su calidad. Producto de exportación.

Jueves 13-11-14: Cultural time

     Pao tenía clases de inglés en la mañana, así que quedamos en vernos después del mediodía. La roomate de Pao, Elisa, me acompañó hasta la estación de Halsted donde tomamos el subway hasta Roosevelt. Allí podía tomar un bus hacia los museos, pero preferí caminar. Me detuve en un Starbucks a comprar un "White Chocolate Mocca, with soy milk, no wip cream" -el de siempre- y caminé mientras el frío me regañaba, tomando fotos por aquí y por allá.







Field Museum








     Desde Miami, compré el City Pass, que me permitía la entrada a cinco de los lugares más turísticos de Chicago, así que aquí utilicé mi primera entrada. El Field Museum no tiene un centímetro de desperdicio. Yo amo los museos interactivos y este es excelente. Disfruté muchísimo la exposición de la migración hacia las americas, la parte de conservación y ecología y la de los mamuts -qué galla-.





     Al terminar, seguí hacia el Shedd Aquarium que queda al lado. Caminando me sorprendió la nieve y sus copitos suaves, y lo disfruté como una niña. A mi me gustan los acuarios, yo disfruto estas cosas. Me gusta aprender, leer todas las etiquetas de las peceras, meterme en todos los IMAX a ver los documentales del océano, le doy comida a los animales y participo en todas las actividades.  Y lo que más me gusta, es ir SOLA, porque no soporto cuando la gente está pendiente de hablar y hablar cuando yo estoy tratando de aprender. Sí, super hater, pero disfruté ir by my own.

    El acuario no ha sido de mis favoritos, pero siempre es impresionante cómo esta gente se esmera para imitar los ecosistemas y que los animales se sientan en casa. En principio se podría pensar que encerrar animales es malo, pero yo siento que en muchos casos -no en todos- de esta manera se salvan especies.

    A las 3 de la tarde me encontré con Pao, y salimos a aprovechar las 2 horas de luz que restaban. Caminamos un rato por Michigan Avenue, almorcé un Mediterranian Sandwich y aprovechamos las gentilezas del primer mundo, donde permiten la entrada gratuita al Art Institude todos los jueves después de las 5:00 p.m. Este museo es considerado por Trip Advisor el mejor museo del mundo pero definitivamente yo soy otro estilo. Muchas esculturas y cuadros sin interés de invitar a la interacción, miles de salas y recovecos y muchísimo arte clásico y tradicional. Respetando la opinión de los "expertos", definitivamente no es mi number 1.

























Art Institude


     A las 6 p.m. nos recibió la noche, pero la ciudad seguía despierta. Caminamos hasta el Chicago River, nos tomamos fotos frente al Trump Tower y cruzamos el puente para conocer la Magnificent Mile (algo así como la quinta avenida de NY). Entramos a la tienda Hersheys y nos disculpamos con Sascha Fitness porque compramos un cupcake gigante de cookies and cream que aparte de placer nos iba a dejar 3 huecos de celulitis. Nos recogimos a las 9:00 p.m. después de cenar unas ensaladas -qué falsas-.


Trump Tower


Trump Tower










Magnificent Mile





Mis reflexiones

     Debo confesar que el frío no me gusta en lo absoluto. Mis amigas dicen que yo nací con el termostato dañado, porque yo puedo vivir con los vidrios del carro arriba y el aire acondicionado apagado. Cuando todos tienen calor, yo siempre tengo un sweater y no soporto los ventiladores. Pero en este viaje, a pesar del frío tan violento que pasé, logré ver el vaso medio lleno y no medio vacío. Y entre tanta caminadera, concluí 8 cosas positivas que trae consigo el invierno, y se las comparto por aquí:

1. En invierno, los árboles se desnudan para nosotros. Durante las otras estaciones, que también tienen sus encantos, las ramas están tapadas de follaje y es muy difícil conocer sus intrincadas formas. En esta época, podemos disfrutar de sus ramas y dejar volar nuestra imaginación con sus estructuras.

2. Como hace tanto frío, muchas veces uno solo mira hacia abajo. Esto nos permite crear obras de arte en el suelo. Si logras visualizar una pieza de arte en el piso, inmediatamente es tuya.

3. El invierno no tiene que ser sinónimo de abrigos negros y bufandas grises. La opción de colores es múltiple y siempre hay oportunidad de darle un poco de alegría a tu outfit.

4. De la conclusión anterior, también desprendo otra razón positiva. Si odias la ropa de invierno, tampoco es un big issue. La gente tienen tanto frío y camina tan rápido, que prácticamente está pendiente de cómo te vistes. Así que relax.

5. Como las calles no están tan llenas, es una buena oportunidad para tomarle fotos a los monumentos importantes sin tener a miles de turistas abarrotados arruinando tu toma -como quizá sería en verano-,

6. El invierno es la oportunidad perfecta para hacer más planes en casa con familia y amigos -a veces salir a un local no es lo que más provoca-. Esta opción también ayuda al bolsillo.

7. Durante esta estación es probable que uno adelgace esos kilitos de más, principalmente por dos razones. La primera es que el cuerpo trabaja muchísimo para alcanzar la temperatura calientita que necesita para hacer funcionar a los órganos vitales, funcionando como un combustible que quema calorías. Y la segunda, es que si te toca caminar en la calle, lo haces mucho más rápido de lo habitual para llegar más rápido a tu destino. Ahora bien, si te da por quedarte en tu casa y tomar chocolate caliente, esos kilos de más tampoco se te van a notar con el montón de ropa que llevas encima. Believe me.

8. Es el momento perfecto para visitar los museos. En verano, con ese sol radiante ¿quien quiere meterse a ver obras de arte?. Así que deja el verano para la playa y aprovecha el invierno para culturizarte.


Viernes 14-11-14: Los selfies y el remordimiento

    El viernes me paré tempranito para ir de primera al planetario Adler. Definitivamente en estos lugares aprendo muchísimo más entrando a ver los documentales, porque nunca fui buena en física y de verdad se me dificulta entender estas cuestiones científicas. Pero de todas formas, me encantaron los discplays de todas las atracciones.



Adler Planetarium






      Tomé un autobús hasta el famoso Skydeck, un edificio altísimo que hace las veces del Empire State de NY que te muestra la ciudad desde cuatro ángulos, con la diferencia de que en el piso 103 tiene un balcón de vidrio donde te tomas fotos mientras enfrentas tu sensación de vértigo. Aquí gasté mi cuarta entrada del City Pass y subí con mi Gopro, dispuesta a caerme a selfies dada la falta de compañía -Pao seguía en clases, además ya lo conocía-. Gracias a Dios siempre hay gente que por amabilidad -o lástima- se ofrece tomarte la fotico. Y menos mal porque en la que me tomó el personal del Skydeck salí nefasta, además me negaba a pagar 35$ por eso.


Skydeck View


Skydeck View


Skydeck View


Skydeck View


Skydeck View


Skydeck View

      Salí de allí caminando, pensando que es chévere viajar solo porque implica un gran crecimiento personal debido al tiempo para pensar, pero es una roncha no tener quien te tome las fotos -bendito Dios que ahora existe la Gopro, aunque como fotógrafa no siempre quedo contenta con los resultados-. A las 3:00 p.m. me encontré con Pao y dos amigas en un restaurante muy famoso llamado Giordanos, mejor conocido por su famoso Dip Dish, que consiste en una pizza de dos pisos rellena de queso. Ay mi Dios, contra esto no hay voluntad, no existe, se desvanece. Qué delicia. Luego, claramente, quedé aventada, y luego vino mi amigo, el remordimiento. Qué grosería.


OJO, la foto no es mía, pero no encuentro las que tomé con el celular


OJO, la foto no es mía, pero quería que vieran la pizza en toda su potencialidad. OMG

     Después del banquete, nos fuimos a conocer una zona que se llama Wicker Park, una zona de  bohemios y diseñadores independientes muy bonita. Caminamos por Milwaukee Avenue y nos paramos en varias tienditas a farandulear. Para terminar de animar el remordimiento, nos comimos unas donas rellenas de nutella con chocolate caliente. Luego caminamos hacia una zona que se llama Old Town y al final de la tarde unas compras estratégicas en Forever 21.


Milwaukee Ave


Milwaukee Ave













Wallgreens que hace muchos años fue un banco













Sábado 15-11-14: PrimeTime

      El sábado me fui solita a conocer el Museo de Ciencias y la Industria, que era de las cosas importantes que me faltaba por conocer -además aún me quedaba un pase del City Pass-. Definitivamente soy de museos interactivos. Me encantó. Me faltó tiempo para conocerlo completo, pero lo que vi, me fascinó.


OJO, no es el Museo de Ciencias, es la vista de enfrente

      Desde allí tomé un bus para encontrarme con Javo, el primo de mi esposo a quien sólo conocía por Facebook. Me llevó a un lugar genial que se llama Eatly. Simplemente espectacular, es una experiencia. Esperamos como 45 minutos para que nos dieran mesa -siempre está muy lleno- y Paola y Elisa nos alcanzaron. Pedí unos raviolis en salsa de mantequilla y pistacho que no les puedo explicar y para terminar de engordar como Dios manda, me engullí una crepe de Nutella espectacular.


OJO, la foto no es mía, pero hacía tanto frío que no la pude tomar

      Nos despedimos de Javo temporalmente (no tengo fotos de él, sorry) y me fui con las dos niñas a conocer la pista de hielo del Millenium Park. Elisa se sentía un poco mal y abortó la misión, pero Pao y yo nos calamos nuestra media hora de cola a -12 grados para encaramarnos los patines y hacer el ridículo. La verdad gozamos como niñas, y con a Gopro salieron unas fotos muy divertidas, que se les comparto aquí.





























      Desde allí acompañé a Pao a cenar en Subway y nos encontramos con Javo en la Torre Hancock,  donde en el piso 95 hay un local que muestra la ciudad de Chicago 360 grados. Estuvimos allí un rato, luego brincamos a Wicker Park a un restaurante mexicano donde nos llevó mi primo el local, de nombre "Tacos" y pedimos tacos al pastor sin remordimiento -bueno, quizá un poquito-. Después de hacer casi 1 hora de cola, a -13 grados, en una discoteca frente a Tacos, desistimos de la idea y nos fuimos a Bedford, un local súper chévere donde nos tomamos unos tragos y pasamos un rato cool. 

Domingo 16-11-14: Bye Bye Chicago

       Mi último día en Chicago, la ciudad se despidió con una nevada hardcore. Quizá me faltaban algunas cosas por conocer, pero con ese clima de verdad no me provocó ni asomar la cabeza. Hice la maleta, almorzamos una hamburguesa espectacular cerca de la casa y a las 4:00 p.m. me fui en metro hasta el aeropuerto. Me despedí de Paolita con cariño, pero nos veríamos en 1 mes para mi matrimonio -ella sería una de mis lindas damas de honor-, nuestra amistad es verdadera y se fortalece con las distancias.

        Chicago superó mis expectativas. Es una ciudad inteligente, regia. Si no le tuviera tanta grima al frío, la consideraría 100% como una ciudad para vivir. Siempre he sido fiel creyente que la ciudad donde decidas pasar tu vida debería ofrecer infinitas propuestas artísticas para el crecimiento cultural y personal de sus individuos. Chicago es así, lo piensa todo. Me voy con un grato recuerdo de the windy city.






3 comentarios:

  1. Por favor hablare a tu papá sobre los puntos positivos del frío, a ver que te dice ;-)

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  2. hablale.. sorry auto corrector... vb

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  3. Gracias por compartir su experiencia, quiero conocer Chicago pero el frío me pone a pensar... Saludos y una
    Abrazo desde Honduras

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